viernes, 25 de mayo de 2007

WORLD TRADE CENTER. OLIVER STONE.

RECORDANDO LA TRAGEDIA

Dedicada “A los hombres y mujeres del cuerpo de la policía portuaria de Nueva York.... títulos de crédito (que no aparecen al principio).... Y a todos los que lucharon, murieron o resultaron heridos en ese día”, la visión de Oliver Stone sobre la masacre del Trade Center resulta un relato conmovedor de supervivencia y solidaridad, “la fecha en la que el pueblo americano conoció la Bondad”; y la película que no convence al público español.
Por encima de todo, el buen hacer del cineasta y su crítica contra la política estadounidense, siguen presentes.





Admito y confieso que soy incapaz de mostrar objetividad con determinados directores, y que Oliver Stone es uno de ellos. Le debo demasiadas horas de buen cine, de búsqueda en enciclopedias, de acalorados y apasionantes debates hasta el amanecer. Le agradezco que siempre viera las cosas de otra manera, y que las contara como sólo él lo sabe hacer. Y no le culpo por hacerme creer que Kevin Costner o que Colin Farrell eran buenos actores, si tenemos en cuenta que supo convencer a los grandes académicos de que también lo era Tom Cruise. Independientemente del tema que trate, sus metrajes siempre contendrán planos inolvidables, argumentos reveladores y personajes fascinantes que consigan llamar mi atención. Por estos motivos, es posible que mis comentarios sean los únicos favorables que, sobre su última película, se puedan leer en este país. Fundamento mis reflexiones en el probado buen hacer del realizador americano y en la crítica despiadada que muestra de la sociedad americana, no ausentes en W.T.C.

EL TOQUE STONE

Atendiendo a los valores cinematográficos, con una sola mirada, fácil es apreciar que el “toque Stone” prevalece a lo largo y ancho de toda la película. Es decir, que la esencia del mejor cine de este director –tantas veces aclamado- es palpable desde el principio de la cinta hasta el final. Recordemos la tendencia a mezclar imágenes reales con sus propios fotogramas, en un ejercicio magistral de excelente montaje, que se convierte en una de las grandes bazas de sus mejores películas; el despliegue visual a que nos tiene acostumbrados, y que muestran en todo su esplendor la ciudad de Nueva York en una mañana despejada; o el brutal realismo de algunas de sus escenas, que le catapultaran a la fama en Platoon. No olvidemos el ambiente belicista con el que retrata la denominada “zona cero” cuando todo ha terminado, o cuando todo comienza; y tengamos también en cuenta sus famosos y estratégicos retimes, ésos que él utiliza mejor que nadie, que acentúan el dramatismo de algunos planos, y que se aprecian, por ejemplo, en el último movimiento de tierras, después del hundimiento de ambos edificios. Comparemos el paralelismo existente entre la estructura narrativa de WTC con su mejor película: JFK, caso abierto; y veremos (es sólo un ejemplo) cómo los personajes centrales conocen los acontecimientos a través de la televisión y desde una cafetería. En el primero de los casos, el famoso fiscal de Nueva Orleáns pronunciaba aquellas míticas palabras de “me da vergüenza ser americano”. En esta ocasión, el sargento de los marines califica a los responsables del atentado de “bastardos”, en la versión original; traducción que el doblaje español interpreta como “cabrones”. Es ésta la única muestra de patriotismo – si es que hay alguna- que encuentro en toda la película. Por lo demás, sólo puedo ver un relato estremecedor de supervivencia y de solidaridad, tratado con un realismo y con una sensibilidad extremos, que no puedo calificar que “patriotismo”, al tratarse de simple Humanidad.


LA IMPORTANCIA DEL "ESTO"

A nivel argumental, podemos encontrar una infinidad de aspectos que se realimentan, con la finalidad de poner de manifiesto las limitaciones y negligencias del sistema americano para afrontar las catástrofes que tienen lugar dentro de casa. Una cuestión que aborda directamente Spike Lee al narrar el abandono de la administración con respecto al huracán que azotó la población de Nueva Orleáns, y que Stone retrata de manera más sutil, pero igualmente, efectiva. El inicio de esta crítica, arranca desde los primeros minutos de proyección, y se condensa en una secuencia interesante.

- Nicolas Cage dirige a sus hombres hacia el Trade Center, indicando que “están preparados para todo: bombas, armas químicas, pero no para esto”. Este comentario pasa desapercibido para el espectador, porque todos asociamos “esto” con los atentados. Sin embargo, recordemos que, en este punto de la historia, ellos no saben que hay un atentado, y que lo único que conocen es que se les ha solicitado ayuda porque “algo ha chocado contra la torre norte”.
O se trata de un estrepitoso error en el guión, un error impropio de un cineasta que sabe diseccionar sus historias con precisión aritmética, o, quizás, se nos está diciendo que la ciudad de los rascacielos no tiene previsto un plan de evacuación en el caso de que un avión impacte accidentalmente contra un edificio. Ambas hipótesis podrían resultar válidas.

Ahora bien, al avanzar la película, sabremos que esta patrulla de la policía portuaria nunca conocería de manera oficial datos importantes, que ya obraban en poder del gobierno. Cuando ellos llegan al Trade Center, ya se sabe que un segundo avión ha impactado contra la torre sur (ellos todavía lo ponen en duda), que un tercero lo ha hecho contra el Pentágono (se enteran por casualidad) y que existe un cuarto que continúa secuestrado; es decir, que hay indicios de que es un atentado. Tampoco se les comunica que las estructuras de la torre norte están cediendo, hecho que comprueban ellos mismos. Toda la información que poseen se basa en conjeturas, en apreciaciones personales, que les llevan a una muerte segura. Posteriormente, las noticias que les llegan a sus familiares o son inexistentes o están equivocadas, porque también se desconoce si entraron o no a los edificios. Incluso en las tareas de salvamento, iniciadas por un llanero solitario que las hace “por su cuenta”, se reclama la presencia de un sanitario, y se grita que “alguien llame a los bomberos”. Una crítica que culmina con una frase reveladora: “Está dando su vida por ustedes, y ustedes se equivocan en todo”. Una respuesta a la famosa pregunta que hiciera el presidente Kennedy, la reacción solidaria de un ciudadano norteamericano. Otra cosa muy distinta es lo que el gobierno Bush esté dispuesto a hacer para preservar la integridad de sus ciudadanos. Según los datos que arroja esta película, miedo da vivir en tan esplendoroso país.

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