miércoles, 23 de mayo de 2007

EL RETORNO DE LOS MALDITOS

¿Segundas partes nunca fueron buenas?. Tampoco tan penosas. La nueva pesadilla de Wes Craven -previsible, simple e indigesta- brilla por la autodestrucción de sus diálogos, por la ausencia de originalidad e incongruencia en el guión, por la inconsistencia de sus personajes... Y comete el error de prescindir de los únicos elementos inteligentes de la saga, que no eran otros que los canes.


Ubíquese el lector. El Retorno de los Malditos es la primera secuela de Las Colinas Tienen Ojos de Alexandre Aja, que, a su vez, es un remake de Las Colinas Tienen Ojos de Wes Craven, que, a la suya, tuvo otra secuela titulada Las Colinas Tienen Ojos 2. Demasiados ojos que, de momento, suman cuatro películas, tres directores y cuatro guionistas. Vamos, que la pesadilla va para terror nocturno.

Con la clara influencia de La Matanza de Texas, en 1.977, la familia Carter visita unas antiguas minas de plata en medio del desierto, para ser atacada –se desconoce el porqué- por unas cosas repulsivamente repelentes. Una historia tremendamente original en su época que, llegada en el momento oportuno y censurada en varios países, se convierte en una película de culto, catapultando a la fama a su joven director.
Ocho años después, los supervivientes de la masacre (el perro y algunos más) vuelven al lugar de los hechos para configurar un filme absolutamente olvidable, impropio del aclamado maestro del terror.
En 2.006, Aja, un experto en remakes terroríficos –que ya prepara el de Piraña de 1.978- recurre a La Noche de Los Muertos Vivientes de 1.968 para explicar el fenómeno repulsivo-repelente, y a La Noche y La Matanza para concretar la presencia de la nueva familia Carter en Nuevo México. El resultado satisface a quienes desconocen que se trata de un remake, a los amantes del gore suave, a los incondicionales del género y a la crítica especializada, que la considera la mejor película del año.
Así que, hasta aquí, todos contentos, nerviosicos perdíos saltando en las butacas, gritando con los ojos cerrados y vomitando en el cubo de las palomitas.

De esta manera, aprovechando la buena acogida de los bichos mutantes entre las nuevas generaciones de cinéfilos, los Craven (padre e hijo) improvisan un guión atractivo para adolescentes, que prescinde del entorno familiar que caracteriza a la saga y se fundamenta en arquetípicos personajes salidos de Scream. Entre el torpe mini pelotón de reclutas patosos y novatos, no faltará el chico guapo sin cerebro, la teniente Ripley en misión La Tierra, el cabeza de turco valiente, el cabroncete chistoso, el goonie amable y el que no se sabe qué hace en esta historia. Claro que, no sería una secuela con ojos si no se incorporara en el reparto a la joven madre que se lleva la peor parte.

Sentadas las bases, sólo hay que provocar un incendio para distraer, intentar alcanzar la cima de Iwo Jima sin playa y elaborar una aventura en Fraguel Rock entonando la canción de los Diez Negritos. En esta ocasión, con nueve soldaditos que se fueron a explorar, uno se perdió y ocho han de quedar.

El "interesante" guión, repleto de fallos inimaginables (recuérdese el oportuno suicidio del coronel), se pone en las manos de un director experto en marear con la cámara que, ávido de vísceras, abusará de los planos cortos, los suaves retimes y los efectos de sonido para –más que asustar- incomodar. Mientras tanto, la torturadora banda sonora no acompaña, sino que persigue; el factor sorpresa es inexistente, los forzados toques de humor, irrisorios; y el mensaje emitido, americanamente demoledor. Y es que el mayor de los pacifistas se convierte en pendenciero cruel cuando lo requiere la ocasión. La violencia, a veces, (por lo tanto), está justificada y ellos así lo manifiestan.

Atrás, muy atrás, queda la genialidad de Wes Craven –director de La Última Casa a la Izquierda (basada en El Manantial de la Doncella de Bergman), premiado en Sitges, creador de Freddy Krueger- para dar paso a la orgía de Sangre y Arena que abre la puerta a todo tipo de excursiones al sector 16, Destino Final de los turistas incautos. Al actual éxito de taquilla le pueden seguir muchas más colinas con ojos en detrimento del menor indicio digno de calidad.

Definitivamente, Hollywood no acierta al plantear la guerra a La Amenaza Fantasma del ya consolidado cine de terror japonés. Ni siquiera con su artillería más pesada.

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