viernes, 28 de diciembre de 2007

SOY LEYENDA

“Mientras Nueva York duerme”, Will Smith destaca en una innovadora superproducción que regala imágenes emblemáticas al Séptimo Arte. Un trhiller de acción y efectos especiales, en perfecta armonía con el guión, y en ningún caso recomendado para los dueños y amigos de pastores alemanes.



En los últimos años, media Europa ha venido sufriendo las invasiones bárbaras de todo tipo de virus y retrovirus, de diversa procedencia, encargados de transformar en vecinos poco recomendables a la casi totalidad de la población. Frente a ellos, un reducido grupo de supervivientes trataba de resistir en lugares como Alemania (Resident Evil 1, 2, 3...), Gran Bretaña (28 Días Después, 28 Semanas Después, ¿28 años más tarde?) o en España ([Rec], al día siguiente), en donde las autoridades sanitarias, al activar el famoso protocolo antiterrorista, olvidaron que el padre de la angelical criaturita mordedora permanecía fuera del edificio precintado. En todos y cada uno de los casos, ha de entenderse “resistir” en el sentido literal de la palabra, anteponiendo los efectos de la técnica al guión, asegurándose el éxito de taquilla de sus miles de seguidores, en una situación crítica y crónica en la que nunca se proyectó un plan B de emergencia. Los infectados, -en otros tiempos, seres humanos-, son sólo un objetivo a abatir dentro de un argumento de claro en insólito mensaje: ninguno.

Llegado el momento en el que “Hay que iluminar la oscuridad”, el cine americano sabrá hacerlo, por mucho que nos pese, con mayor intensidad. Concretamente, con algo que se conoce como “superproducción”, en la que no duele en prendas conseguir un permiso especial, sin precedentes, para detener el tráfico en Nueva York, contratar a miembros del mismísimo ejército como extras, y planificar una evacuación real de la isla, contando con el asesoramiento y la supervisión tras las cámaras de los más altos estamentos que componen las fuerzas de seguridad del Estado. ¡Eso es América!.
Como sigue quedando dinerillo en las arcas, no se duda en contratar al mejor equipo técnico de los últimos tiempos: al director de fotografía de la trilogía de El Señor de los Anillos, al director de efectos especiales de Matrix, al guionista de Una Mente Maravillosa... ¡eso es el cine!.








La excusa de tan elaborado proyecto, que da una solución definitiva a la pandemia que venía asolando Europa sin que ésta fuera capaz de levantar cabeza, la encontramos en una novela, I am Legend, de 1954, firmada por el escritor Richard Matheson, que cuenta con dos adaptaciones cinematográficas anteriores. Es en este punto en el que no tendría ningún sentido comparar ni cotejar el resultado final de Soy Leyenda con sus predecesoras, puesto que la historia que hoy comentamos, disfrazada de odioso cine comercial, está llamada, desde el preciso momento de su concepción, a entrar en la Historia del Cine por la puerta grande. Que nadie se rasgue las vestiduras todavía, porque la explicación es fácil de entender. El espectacular despliegue de medios que fortalece la multimillonaria producción, la excelente fotografía que muestra una Quinta Avenida, nunca vista, inundada de vegetación, las conseguidas tomas aéreas que recorren la fantasmal ciudad desierta, la concentración de planos cortos aumentando la angustiosa sensación de soledad, la inestimable dirección artística basada en el más caótico de los anarquismos, el acertado flashback que aporta coherencia al relato; quedarían escritos sobre el viento si la totalidad del metraje no contara con el sustento de un sólido guión. Aún más, si la sincronización entre las imágenes y la trama no rallara la perfección.




Nos sigue pesando, pero hemos de reconocer que también ahí los americanos saben iluminar la oscuridad. Ellos son especialistas en el género de catástrofes, en situaciones al límite, en atmósferas de verdadero peligro que sólo pueden ser resueltas por acciones individuales que caracterizan su propia personalidad. No basta con combatir a los infectados, hay que sanarlos, hay que arriesgar la integridad física del súper héroe, que, -como no podía ser de otra manera-, es un prestigioso científico, experto militar, perfecto padre y esposo y, por si todo esto fuera poco, ejemplar amante de los animales. ¿Se puede pedir algo más?. Sí, y lo tenemos. Una involución en el mundo de los sentimientos, el extraordinario viaje interior que cualquier ser humano experimenta tras un proceso catártico en su vida. “Dios no ha hecho esto, sino nosotros”, y no nos asustan los monstruos de grito hipohuracando salidos de una mala versión de La Momia, pero sí el hecho de saber que no hay días libres para los maleantes que no se dejan convencer por el poder de una canción.
Nos pese o no, es necesario admitir que, entre las muchas virtudes del cine americano, se encuentra también la de saber hurgar en los corazones, la de poder dotar a una ridícula historia post-apocalíptica de zombis de un mensaje revelador. Por si algo faltara, la dirección de casting apuesta por Will Smith, rindiendo a sus detractores (entre los que me encuentro) con una actuación memorable.


Todo ello me lleva a recordar que pocas veces me he atrevido a recomendar una película, pero que, en este caso, sí que me gustaría invitar al lector cinéfilo a reparar en ésta. No se dejen llevar por el rechazo que producen las palabras “superproducción norteamericana”, piensen en ese paraíso perdido que proponía Truffaut en Fahrenheit 451, y dense la oportunidad de sacar sus propias conclusiones. Personalmente, me gusta pertenecer a esa minoría que resulta inmune al virus del odio, de la xenofobia y del racismo. Me gusta Shrek, y saber que a las personas sólo se las puede medir por dentro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

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Ivan dijo...

Me pareció una película bastante irregular, sin nade especialmente destacable para trascender, pero posee una virtud...la diversión para todo amante del fantástico, y a pesar que no es un mérito suficiente para considerarla una buena película, al menos no insulta la inteligencia del espectador, que ya es algo.
Un abrazo y feliz año nuevo!

M.I. dijo...

Mi visión de I am Legend:

La novela no es más que la excusa que utiliza el cine americano para dar la réplica a una serie de producciones europeas, que han proliferado en los últimos años, con idéntica temática.

Pero, claro, por supuesto, ellos van a más. Van a más a nivel técnico y a nivel de guión, hasta ofrecer un claro mensaje. Aspecto inimaginable en las producciones anteriores que todos conocemos.

A nivel técnico.- Se enfoca el proyecto a modo de superproducción que no tiene precedentes en la Historia del Cine, por mucho que alguien diga que ha sido rodada con material de serie B (que no sé de dónde se habrá sacado esa información).
Por primera vez en la historia de Nueva York (y ya llevan unas poquitas pelis rodadas allí), se consigue un permiso para cortar el tráfico de la Quinta Avenida. Se contratan a miembros del ejército como extras y se hace una evacuación de la ciudad REAL, atendiendo a un protocolo que es supervisado tras las cámaras por el gobierno USA.
Todo eso para una "peliculita" tan sosita, con tan poquita gente.
Las imágenes de un NY postapocalíptico son recogidas por un director de fotografía oscarizado, el de El Señor de los Anillos (la trilogía), y los monstruitos ésos "tan mal hechos", salen del director de efectos especiales de Matrix, oscarizado por otra trilogía.

A nivel guión.- Y contando con la novela del famoso escritor sólo como pretexto, se contrata al guionista (tb. oscarizado) de Una Mente Maravillosa para convertir toooooodo el metraje en una simple metáfora.
¿Cuál es el único virus, altamente contagioso, que convierte a los hombres en bestias?
La respuesta es: el virus del odio, de la xenofobia y del racismo.
Por eso es el protagonista un hombre de color, que alguien lo preguntaba.
Por eso se alude a Bob Marley, eje central del relato
Por eso se alude a Shrek, el ogro horrible con corazón de oro.

Y que este mensaje llegue al colectivo de adolescentes del mundo, me parece COJONUDO, porque es ahí donde surgen brotes de racismo incontrolado.

Lo dicho: una grandísima película.

Ivan dijo...

No se, no se, yo creo que esto es como el Quijote con los molinos de viento, de verdad existia eso? yo creo que no, que es ver cosas donde no las hay, pero bueno, es una defensa del film destacable.
Yo no comparto ese punto de vista, y sigo pensando que los FX son malísimos, en mi opinión, con hombres subiendo por las paredes como un videojuego, en fin...
Lo de la metáfora del racismo, es que eso ya estaba en "la noche de los muertos vivientes" hace 40 años.Por cierto, lo de Smith es simplemente porque arrasa en taquilla, no porque sea negro, según se desprende de las declaraciones de productores.
Saludos!

Anónimo dijo...

Gracias por decir que realizo una defensa destacable del filme. Quizás lo mío sea defender las causas perdidas...o quizás los detractores deberían volver a ver la película....
Lo de ver gigantes sólo donde hay molinos de viento no es tan anormal si tenemos en cuenta que soy manchega como Don Quijote, jajajaja (concretamente, de Albacete).
En "La noche de los muertos vivientes" no se realizaba ninguna alusión al racismo, el trasfondo es una crítica considerable (estamos en 1968) a la carrera de armamento nuclear. Si te acuerdas, los difuntos se convierten en muertos vivientes debido a una radiación.
Y lo de Will Smith, los productores dicen que lo contrataron porque resulta muy bien en pelis de cine fantástico.

Yo sigo viendo ese mensaje en la película, sostengo que todo el metraje no es más que una metáfora. Me dan ganas de mandarle mis conclusiones al director, jajajajaja.
Saludos!