lunes, 11 de febrero de 2008

NO ES PAÍS PARA VIEJOS



FICHA DE LA PELÍCULA:
TITULO ORIGINAL No Country for Old Men
AÑO 2007
DURACIÓN 122 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Joel Coen, Ethan Coen
GUIÓN Ethan Coen, Noel Coen (Novela: Cormac McCarthy)
MÚSICA Carter Burwell
FOTOGRAFÍA Roger Deakins
REPARTO Tommy Lee Jones, Javier Bardem, Woody Harrelson, Josh Brolin, Stephen Root, Kelly Macdonald, Garret Dillahunt
PRODUCTORA Miramax Films / Paramount Vantage / Scott Rudin Productions

NOMINACIONES Y PREMIOS:
2007: 8 nominaciones a los Oscar: Mejor película, director, guión adaptado, actor de reparto (Javier Bardem), fotografía, montaje, sonido, efectos sonoros. 2007: Globos de oro: Mejor guión, mejor actor secundario (Javier Bardem); Junta Nacional de críticos de EE.UU.: Mejor Película. 2007: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película, mejor dirección, mejor guión, mejor actor secundario (Javier Bardem).

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Un ejercicio cinematográfico de primera magnitud. Los Coen apuestan por un western moderno que sustituye los cuatreros de antaño por los narcotraficantes actuales, con un realismo brutal heredado de un director salvaje y con la creación de un personaje que ya forma parte del imaginario popular.

Una moneda acuñada en 1958 rueda durante veintidós años para ser testigo de la brutal sinrazón que azota una tierra que siempre fue hostil. La antigua generación, que añora los tiempos en que los sheriffs iban desarmados y el aire comprimido sólo se utilizaba para sacrificar ganado, se queda a oscuras ante unos hechos que no encajan en la cuadratura de la mente humana. Matar por matar permite al destino aplicar su peculiar ética, en un ambiente de violencia en el que la codicia es la excusa y no la justificación de un reguero de sangre. Cuando se adopta esta forma de vida, ningún país se antoja apto para viejos.

Personalmente, “ni entiendo los intereses ni comparto las obsesiones” de un argumento que “me es más extraño que un japonés”, aunque resulta curioso recordar la opinión con la que Orson Welles definía a otro cineasta, para describir una película de los Coen. Quizás se deba a una extraña asociación de ideas que reconoce la evolución de la genialidad: desde un director, Welles, al que le gustaba pensar que estaba inventado todo por primera vez y rechazaba referirse a otras películas, hasta llegar a quienes basan su filmografía en la incursión por diferentes universos cinematográficos, para regalar al espectador la ilusión de estar siempre asistiendo al nacimiento de un género nuevo.



Basada en una novela del escritor Cormac MacCarthy, que los Coen no tardan en llevar a su terreno, la historia se ubica en la evocadora frontera de Estados Unidos con México en la que tuvieron lugar las grandes gestas de los werterns clásicos, -Los Profesionales, Grupo Salvaje-, para acercarse a la línea temática desarrollada en Fargo y en Un Plan Sencillo de su amigo y colaborador Sam Raimi, que no es otra que la ambición de la naturaleza humana, sintetizada en una ranchera popular: “Quisiste volar sin alas, quisiste rozar el cielo” con la que los mariachis obsequian a uno de los protagonistas. Nos encontramos, sin duda alguna, con uno de los mejores guiones de los últimos años, que será ejecutado con la precisión y la perfección de un estilo propio que tantas veces ha demostrado no deber nada a nadie, pero que, en su planificación especialmente realista, recuerda la brutalidad de un director salvaje, Sam Peckinpah.

La cuidada fotografía, -con el sello inconfundible de la Casa Coen-, encargada de recrear las impresionantes vistas panorámicas destinadas a entrar en la colección de lujo de la Historia del Cine, da paso a una correctísima composición de escenarios que enmarca la presentación de los personajes. Destacando en el proceso la excelente medición de los tiempos y la adecuada utilización de las voces en off, que, por perfectas, resultan inusuales en el cine contemporáneo. Destacando también el detallista montaje que hace coincidir el conducto de ventilación de un motel con una carretera, y el ritmo inapreciable de la narración que, en un “impás” eterno, propicia la creación de un ambiente en el que el más insignificante de los planos es tratado con absoluta exquisitez. Entramos en ese mundo de símbolos que caracterizó a los cineastas clásicos, en el que cada escena era concebida para ser rodada como si fuera la más importante de la película. Recuérdese el encuadre en las punteras de unas botas que levantan el polvo al caminar, el plano subjetivo que recoge las manos ensangrentadas en un lavabo, la mirada perdida del psicópata que “no tiene por qué hacerlo” pero que ha de concluir su inacabada misión macabra, la silueta de una perturbadora figura que se refleja en la pantalla apagada de un televisor, la clásica sombra del sheriff que, emulando al John Wayne de la vieja escuela, se proyecta en la pared. Recuérdense y disfrútense todas estas imágenes, porque, lamentablemente, no son habituales ni esa peculiar manera de dirigir ni esa otra de entender el cine como un arte. El tanto monta, monta tanto por el que Ethan explicaba que “dirigimos los dos, pero es Joel el que da la cara para no confundir a los actores”.




Hablando de confusión, el lector cinéfilo deberá estar preparado para asistir al momento en el que, en ese juego interminable de perseguidores y perseguidos, la estructura narrativa parece fallar y, aun estando en la sala de proyección, siente la tentación de rebobinar la cinta para averiguar en qué momento exacto se ha perdido. Piense entonces que ésta es otra marca de la Casa Coen, que este moderno western es, en realidad, un thriller (Sangre Fácil), que traspasa las difusas líneas del género “noir” (Muerte entre las Flores), en el que ambos hermanos se sienten tan cómodos. O simplemente piense que, durante todo el metraje, ha estado siguiendo la trama equivocada que le marcaban los efectos de sonido, anteponiendo una historia más de la nueva ola de violencia que se manifiesta en el país a principios de los años ochenta, al eje central del argumento que da título a la película.

Hablando de actores, no dejen de visionar la Versión Original para poder apreciar cómo el acento dulzón de Javier Bardem (suponemos que tan intraducible como su propia dicción en castellano) confiere una nueva dimensión, todavía más escalofriante, al personaje con el que, muy merecidamente, ganará el Oscar.... porque lo ganará, sin necesidad de recurrir al “cara o cruz”.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Están buenorros los Coen, ¿no?

Ivan dijo...

Pues esta vez me temo que no solo me parece acertada tu estupenda forma de escribir, sino también el contenido! XXD...es broma!
La verdad es que los Coen no suelen defraudar, pese a que ya han salido voces discordantes con el tema de la supuesta ruptura final (que en mi opinión es una demostración más que a los Coen siempre les interesó más el recorrido que la meta final). Demuestran una vez más que cuando de verdad buscan proyectos ceercanos a su imaginario como cineastas, la excelencia marca sus resultados.
Y Bardem...sin comentarios, habla por si misma la actuación, aunque yo creo que todo el reparto esta sublime.
Saludos

M.I. dijo...

Jajajajaja Rebeca... pues no me he dado cuenta. Ahora les echo un vistazo, jajajaja.

Muchas gracias, Iván. Por vez primera, yo también coincido contigo, también veo ésta la película de los reencuentros. Y no creo que falle la estructura narrativa, todo lo contrario. La historia de Bardem no es el eje central del argumento, sólo hay que fijarse en todos los diálogos. La historia de Bardem es una más de la ola de nueva violencia que azota esa zona del país. Poco importa que no se desarrolle hasta sus últimas consecuencias, porque éstas ya han sido más que perfiladas. La película empieza, termina, se plantea y concluye con la línea central, que no es otra que la contada por Tommy. Así lo veo yo.

Saludos.

Ivan dijo...

Exacto, si si, a mi me dejó esa sensación, Tommy Lee Jones es el equivalente a aquellos cuentacuentos que narraban episodios fatídicos con final agrio.
Y bueno, supongo que alguna más que esta estarás de acuerdo con mis opiniones, no? XXDD
Un abrazo

Anónimo dijo...

Y llegó la crítica de la Bruji y eclipsó todas las críticas que he leído. No es la primera vez que pasa. Creo que todavía no eres consciente de que eres uno de los mejores críticos de cine de la red. Deberían fijarse en ti las grandes web y contratarte. Pero no estoy de acuerdo contigo en esta ocasión, ni con mi tocayo. Creo que la historia es poderosa y que daba para mucho más, que los Coen la han dejado en una peliculita pelín decepcionante.
Saludos.

Iván Muñoz.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Me tiene el Bardem ya un poco fatigado: no es culpa suya, claro. Es el cansancio mediático. Voy mañana, gran día, jueves, a verla. Todavía dudo si hacerlo. Es de las pocas películas de las que he leído tanto que tengo eso, hartazgo. Pero hay una obligación. Tu reseña, extraña por eso, por no haberla visto, me parece estupenda, sí.

M.I. dijo...

Iván Aka: Por supuesto que sí, esto es así. Habrá veces en las que estemos de acuerdo (como ésta), y habrá otras en las que nos situemos en las antípodas (como Zapatero y Aznar). Y esto me recuerda al célebre monólogo de "Los Otros", ¿te acuerdas?: "Habrá veces que no notemos su presencia....". Muy buena la escena. Se sigue con: "¿El limbo? -sonrisa preciosa de Nicole Kidman con los ojos llenos de lágrimas- ¡ni siquiera sé si existe!. Muy buena esa escena también.

Iván Muñoz. Yo no sé a qué atenerme con Vos, el que seas sevillano me dificulta la tarea. No sé si me habla usted en serio o desde la más absoluta de las coñas, jajajaja. Venga, vale, por si acaso, te doy las gracias. Y fíjate qué cosas tan curiosas, que a mí me dan mucha envidia (mala) muchas de tus críticas. Además, tienes algo que yo no alcanzo ni aun proponiéndomelo: sentido del humor.

Don Emilio, ¡cuánto bueno por esta casa!. Bienvenido a mi humilde blog. Seguiré de cerca el suyo para ver qué le pareció esta película.

Anónimo dijo...

Te lo digo de verdad, porque me gusta esa manera que tienes de ver las películas y de relacionarlas con todo lo que has visto antes y porque me gusta la manera que tienes de escribir XXXDDDD.
Saludos!.
Iván

Anónimo dijo...

Ya te comenté que entre los rasgos auto-referenciales también vi Fargo ("sangre sobre el desierto" es el tema visual de la película) y el semi-monólogo en off con el que arranca la película recuerda muchísimo al de "Blood Simple".

Una película en la que no pasa nada, ambientada en un lugar donde nunca pasa nada. Peliculón absoluto y redonda redonda aún con todos sus cabos sueltos.

Probablemente la película más moderna que haya visto. ¿Te lo parece a tí también?

Un abrazo para la albaceteña más sesi que conozco.

M.I. dijo...

A mí me gustó muchísimo la película, y estoy totalmente de acuerdo contigo.

Un abrazo para ti también.