miércoles, 26 de marzo de 2008

LOS FALSIFICADORES

Ganadora de un Oscar a la Mejor Película en lengua no inglesa, la producción austriaca “Los Falsificadores” rescata a ritmo de tango un episodio de la Segunda Guerra Mundial, desconocido para el séptimo arte. La Operación Bernhard tuvo como objetivo desestabilizar los sistemas económicos de las principales potencias aliadas.



FICHA DE LA PELÍCULA:
TITULO ORIGINAL Die Fälscher (The Counterfeiters)
AÑO 2007
DURACIÓN 98 min.
PAÍS AUSTRIA
DIRECTOR Stefan Ruzowitzky
GUIÓN Stefan Ruzowitzky (Historia: Adolf Burger)
MÚSICA Marius Ruhland
FOTOGRAFÍA Benedict Neuenfels
REPARTO Karl Markovics, August Diehl, Devid Striesow, Martin Brambach, August Zirner, Veit Stübner, Sebastian Urzendowsky, Andreas Schmidt
PRODUCTORA Coproducción Austria-Alemania


Han pasado más de sesenta años desde que finalizara la Segunda Guerra Mundial, y el cine sigue teniendo la capacidad de sorprender al rescatar nuevos episodios, tan desconocidos como trascendentales, que acontecieron en la contienda. El que origina la película que hoy comentamos, nos traslada hasta la Alemania de 1944, quien, al ver perdidas sus posiciones, no duda en poner en marcha la mayor operación de falsificación de moneda extranjera de todos los tiempos. Para ello, no necesita contratar ni remunerar los servicios de expertos impresores, tan sólo exigir la prestación de los mismos a los judíos que mantiene recluidos en campos de concentración. Un guión que, por perfecto, sólo puede estar extraído de la realidad, de la experiencia vital del escritor Adolf Burger, papel que interpreta magistralmente el actor August Diehl .

Burger es conducido desde Auschwitz, el mayor núcleo de exterminio creado, hasta los barracones privilegiados de Sachsenhausen, convertidos en talleres, en los que coincide con el preso número 75.517, Salomon Sorowitsch, que ha hecho del oficio de falsificar billetes no sólo su medio de vida, sino también un arte. Momento en el que la memoria cinéfila une ambos conceptos para recordar La Gran Evasión de John Sturges, con ese fantástico trabajo de falsificación de documentos, o El Tren de John Frankenheimer, auténtica pieza de orfebrería cinematográfica, que mostró el expolio de las obras de arte por parte de los nazis. Y es que sólo de “obra de arte” se puede calificar la fabricación de falsas libras esterlinas que ni siquiera son detectadas por el Banco de Inglaterra, o de los billetes de cinco dólares americanos que no dejan de contener el agazapado búho de los Illuminati en sus estampas.



A partir de este momento, fácil es comprobar cómo se sigue manteniendo la visión tradicional con la que las distintas filmografías de los diversos países implicados han abordado la temática de la Segunda Guerra en atención a su papel histórico. En líneas generales, el cine americano se ha dedicado a ensalzar los hechos heroicos que protagonizaron sus compatriotas; el británico se centra en la resistencia numantina ofrecida a los invasores; y el germánico intenta purgar sus pecados, hablando del trauma de una generación que heredó la suposición perenne de culpabilidad por los actos cometidos por sus propios padres. Era en 1958 cuando se empezaba a entonar el “mea culpa” con la imprescindible El Puente, de Bernhard Wicki, en la que era denunciado el reclutamiento de unos niños para un derrotado ejército alemán; un ejercicio de expiación que continúa presente en las producciones de las últimas décadas.

Esta concepción y este propósito son la aportación alemana a una cinta que se esfuerza en plantear una disyuntiva moral que, a todas luces, no es tal, al darse los acontecimientos bajo un principio absoluto de carencia de libertad. No se puede juzgar la actuación de un personaje que, incluso en tiempos de paz, asegura que “al tratarse de su existencia, sería capaz de hacer cosas muy gordas” cuando accede a colaborar en el bando de los malos; de la misma manera que tampoco es conveniente someter a la criba de la moralidad la actitud reticente de quien, sistemáticamente, pone en peligro su propia vida y la de sus compañeros de cautiverio. La película, en este sentido, ha de ser conservada y tratada como un mero documento histórico, de innegable valor, pero sin otras pretensiones.



La contribución austriaca, y es que el filme galardonado por Hollywood es una coproducción de ambas naciones, es la propia del cine que ha crecido a la sombra del alemán, y que sintetiza los posicionamientos de sus gobernantes en dos escenas prodigiosas. Recordemos que el pueblo austriaco acogió con júbilo la anexión con Hitler, de quien decía era alemán y Beethoven austriaco, cuando, en realidad, era al revés; para después renegar enérgicamente de esta cooperación. Trasladando este hecho a la propia película, el jefe de la cuadrilla de impresores no duda en alabar el talento del falsificador ante los oficiales de las S.S., para más tarde acentuar la heroicidad del saboteador ante los ojos de los libertadores.



En un balance final, teniendo en cuenta la correcta labor del conjunto de actores y la adecuada planificación de la banda sonora a ritmo de tango, destacamos el “savoir faire” del director de la exitosa saga de Anatomía, Stefan Ruzowitzky. Por lo tanto, nos quedamos con sus inequívocas muestras de maestría al construir un atractivo guión de sólida estructura narrativa en formato de intriga, con sus ágiles movimientos de cámara, con el acierto de saber huir de los sempiternos flashbacks para insertar el back-story de los personajes en amenos diálogos, y con la incorporación de dos genialidades que suponen los momentos cumbres de la historia. Nos referimos al escalofriante plano en el que es derribado el muro que separa los dos mundos de una misma y atroz realidad; y, sobre todo, al pasaje que sitúa la acción en una entidad bancaria de Suiza. Y es que, aunque parezca mentira, la vida continuaba fuera de allí...

Leer critica de Los falsificadores en Muchocine.net

9 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver cuando te convences de que el cine europeo es mejor que el americano... Me alegro de que te gustara el guión y el director, a mi también me gustó mucho esta película. Me alegro de que hayas citado "El Puente" y esa gran película de Frankenheimer
Besos!

Anónimo dijo...

¿los billetes de 5 dólares llevan un buho? ¿es el buho de los Illuminatti? ¿los demás dólares lo llevan?
joer nena, eres un pozo de sabiduría......

M.I. dijo...

Pues sí, Iván, ya me lo dice mi marido... voy a tener que empezar a consumir más cine europeo, empollarme adecuadamente... y escribir sobre él. Sabía que te iba a gustar la referencia a El Puente, Ay, con lo sibarita que tú eres, jajajaja.

El húho de los Illuminati está agazapado en todos los billetes de dólares. También hay una pirámide truncada, que es la de los masones, y hay... una referencia al "logotipo" de estas sociedades secretas; algo así como "Continúa el orden establecido, o el nuevo orden establecido".
Evidentemente, no lo pongo bien para que no se averigue que pertenezco a ellas, jajaja.

Ivan dijo...

Mmmmm...muy interesante la película, también he leido por ahí críticas positivas, y bueno, el premio supongo que también será por algo. A ver si le echo un vistazo, que este tipo de cine suele gustarme.
Por cierto, ya vengo a dar la nota discordante, para variar, jaja, yo no me suelo cerrar al cine de ningún continente, la verdad es que nunca lo he hecho, pero debo decir, que para mi punto de vista, de lo que representa y es el cine, el cine americano siempre ha sido mejor que el europeo, mal que nos pese, si es que nos pesa, que a mi no, la verdad. Y cuando digo mejor, me refiero como industria, ya que a nivel individual, de talento individual como creadores, Europa está a la cabeza (no hay que olvidar el exodo masivo de cineastas hacia el otro lado del charco durante la época dorada de Hollywood), pero si hablamos de industria, el cine americano nunca ha tenido, tiene, ni tendrá rival (y de calidad de películas está por ver, ya que en Europa también se hacen bodrios infumables en comparación con el grueso de producciones anuales)
Gran crítica, como siempre vamos...
Un abrazo

Anónimo dijo...

¡lo sabía! mucho poderío para una chica de provincias!

Goethemola dijo...

Me gustó la película, aunque con el todavía reciente recuerdo de 'La vida de los otros' no hay comparación alguna. En mi quiniela para los Óscar la puse como clara vencedora a la mejor peli extranjera, pero después de haber visto La banda nos visita hubiera preferido que hubieran aceptado su candidatura y que se hubiera llevado el Óscar en detrimento de esta Die Fälscher, aunque no por ello no deja de ser una buena peli.

Por cierto, te posteaba para decirte que hoy, en un instante de iluminación mental, me he acordado por fin de añadirte a mis enlaces.

Un saludete!

Anónimo dijo...

Estoy contigo, Iván. Lo que digo de que el cine europeo es mejor que el americano sólo va para M.I. Ella busca guiones perfectos y esos guiones no estan en el cine americano COMERCIAL que ella critica, por eso le he dicho mil veces que busque en el cine europeo pq se va a disgustar menos cuando tenga que ahcer una crítica. Era cosa nuestra, pero muy bien tu puntualización XXXDDD

M.I. dijo...

Vale Oscar, es un honor estar en un blog tan interesante como el tuyo ;).
Te engancho yo también en cuanto tenga un ratito.
Besos.

Marchelo dijo...

Los falsificadores es una buena película... no es la mejor que se ha hecho sobre el "género" (aunque pueda sonar frívolo llamarlo así), pero es una justa vencedora de los Oscar, no como Tsotsi, menudo timo de película por cierto...