lunes, 25 de agosto de 2008

BAJA POR MATERNIDAD

Bueno, pues casi sin aliento, vengo a despedirme de vosotros.
Ojalá os supiera sorprender con uno de esos discursos que parecen haber sido escritos en lo más profundo del alma y logran conmover a quienes los leen, pero ya sabéis de mi torpe aliño indumentario, que dijera Machado; de mi estilo, a veces, aséptico y siempre directo al escribir. Fiel al mismo (los años pesan demasiado como para intentar cambiar), os digo que me siento pletórica de entusiasmo, algo (bastante) nerviosa, y tremendamente ilusionada por mi próxima maternidad.

Por fin, tras un parto interminable de gestiones burocráticas, las buenas nuevas del otro lado del Atlántico llegaron el 14 de Agosto, y la inversión de felicidad iniciada años atrás se pudo materializar. Mañana partimos hacia el Nuevo Mundo, y el día 28 nos reunimos con nuestro hijo. Después, tras una última odisea de papeleo (cosa de na lo de Ulises) para darle la nacionalidad española al peque, volvemos a casa por Navidad (jajajaja, que es broma); volveremos sobre el 30 de septiembre.

Me marcho con una espinita clavada, que es la de no haber podido compartir comentarios cinéfilos con vosotros durante las últimas semanas; pero, de verdad os digo que, aun siendo "Funcionaria del Estado Español" como dicen mis hermanos de Latino América cuando tienen que plasmar en documentos oficiales mi profesión; aun habiendo tramitado todo tipo de expedientes en 20 años de servicio, jamás -y esto quiere decir JAMÁS- me había enfrentado a un proceso tan angustioso; posiblemente debido a la comprensible, lógica e ineludible implicación emocional.

Sea como fuere, Alan ya es nuestro, y ya me encargaré yo de inculcarle ese amor desmedido que siento por el cine, tanto como de explicarle que los sinónimos de la palabra "adoptado" son Buscado, Pleiteado; Anhelado, Deseado, Esperado, Amado; y no otros.

Echaré de menos el blog (mi blog) en el que tantas sonrisas me habéis dibujado cada mañana mientras trabajo. Echaré de menos la agradable y, a veces, laboriosa tarea de escribir críticas. Pero, sobre todo, os echaré de menos a TODOS y cada uno de vosotr@s.

Miles de Besos.
Nos vemos en Octubre.
M.I.

miércoles, 6 de agosto de 2008

LA MOMIA: LA TUMBA DEL EMPERADOR DRAGÓN.

La ambiciosa coproducción avalada por Alphaville Films, de impresionante dirección artística e impagable diseño de producción, se pierde entre un montaje disperso, una filmación confusa y un guión enlatado que nada aporta al género de aventuras, sepultando en terracota el carisma de unos personajes que hicieron soportable la saga.



TITULO ORIGINAL The Mummy: Tomb of the Dragon Emperor (The Mummy 3)
AÑO 2008
DURACIÓN 114 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Rob Cohen
GUIÓN Alfred Gough, Miles Millar
MÚSICA Randy Edelman
FOTOGRAFÍA Simon Duggan
REPARTO Brendan Fraser, Maria Bello, Luke Ford, Jet Li, Michele Yeoh, John Hannah, Russell Wong, Isabella Leong, Anthony Wong Chau-Sang, Albert Kwan, Tian Liang
PRODUCTORA Coproducción EEUU-Alemania-Canadá; Alphaville Films


Para no llevar sobresaltos en la excavación de la tumba del emperador dragón, conviene saber que no encontraremos entre los miembros de su equipo a la embarazadísima (¡hay que ver lo que gusta ese término a los comentaristas de los Oscars!) Rachel Weisz, quien, tras recoger el suyo, decidió olvidarse del asunto. De igual manera, habremos de desaprender lo aprendido en egiptología (que tampoco fue mucho) para emprender aventura en La China milenaria y, respetuosos siempre con su Historia -máxima preocupación de la productora, que queda resuelta al contar una nueva historia del Rey Escorpión-, tendremos buen cuidado en no cometer el error de intentar buscar referencias en momias cinematográficas serias, como empiezan a hacer los llamados medios especializados, se supone que de cine. Vamos, que yo me creo el baturrillo que se montan las brujas anglosajonas con ínfulas orientales, las batallas campales salidas de La Bruja Novata, los hijos que superan en edad a sus padres (tipo Alejandro Magno de Stone), y hasta las escenas de yetis que luchan contra cosas de tres cabezas, pero no paso por comparar las Sommers-Momias (en cine, dícese de las películas escritas y dirigidas por Stephen Sommers) con las que llegaron de la mano de Karl Freund en 1932 o de Terence Fisher en 1959. Aquéllas helaban la sangre con el único efecto especial de una mirada que aparecía iluminada, mientras que éstas se decantan por una competición perdida contra el famoso arqueólogo Jones.



Sentadas las bases, también conviene tener en cuenta que la saga cambia de director, y que nadie está más familiarizado con dragones que Rob Cohen, por aquello de Dragón: la vida de Bruce Lee en 1993 o Corazón de Dragón en 1996; culpable directo de que una servidora sienta pánico en los túneles y del vértigo producido por las sucesivas avalanchas en el Himalaya, que todavía me marean. Y es que eso del sistema de multi-cámaras que inventara Akira Kurosawa, imprescindible en el cine contemporáneo; mezclado con el stop-motion que tanto gusta a gente como Tim Burton; aderezado con los inmortales retimes que apasionaban a Sam Peckinpah; y culminados con unos efectos especiales generados por ordenador, cuya explicación ocupa 37 páginas de las que deben de ser las notas de producción más largas desde Lo que el Viento se Llevó, están muy bien siempre que se consiga ver algo en la pantalla, evitando la sensación de confusión continua que el cineasta consigue desencadenar en las más álgidas escenas de acción de esta película. Filmación difusa, alimentada por un montaje disperso y un guión encaminado a sepultar el carisma de los personajes que, en otras historias, hicieron soportable la saga.



Curiosamente, a nivel de guión, la parte “histórica” (ya dijimos que son sumamente respetuosos con la tradición china), resulta impecable en su planteamiento inicial y, con diferencia, la más atractiva del metraje; no por original, ya que en ella sólo falta apuntar que los asesinos a sueldo de la Antigüedad eran los arcadios, sino por la limpieza y concisión de su estructura narrativa. Por el contrario, el desarrollo del que debería ser el verdadero nudo de la trama, la zona argumental que afecta a los personajes centrales y sirve de unión entre las distintas etapas de la primera, sólo consigue ralentizar –que no sosegar- el relato, en medio de una eterna lucha generacional (¿parecido sospechoso con La Última Cruzada?), de moribundos que requieren del pozo de la vida eterna para su salvación (parecido sospechoso con La Última Cruzada), con chistes sin gracia (queda excluida la vaca) y espectaculares trampas mortales que, -como debe ser-, sólo alcanzan a los nativos buenos que les acompañan. Irrisoria e insufrible en su tramo final, los guionistas empiezan a enredar en el reparto de tareas, restando importancia a los actores secundarios sobre los que recae la totalidad del peso de la historia, para acentuar los papeles de unos protagonistas que no terminan de encajar en el conjunto, con aportaciones prescindibles en las tres cuartas partes del filme. Destacables, en todo caso, son las interpretaciones femeninas, tanto como la de John Hannah, único rescatador del aburrimiento en el que desembocan las ridículas escenitas familiares; que contrastan con un Brendan Fraser momificado y un empanadísimo adalid del antimorbo Luke Ford.



Con un encomiable diseño de producción y un impresionante derroche en la dirección artística, responsables de la recreación de parajes de ensueño, escenarios chino-macro-faraónicos y de la correctísima ambientación del Londres de posguerra, nos quedamos con la convicción de que alguna cosica de Im-Ho-Tep se debieron de quedar el vividor y la bibliotecaria para habitar en semejante residencia británica, de que “hay algo romántico en vencer a los no-muertos”, y de que la cuarta entrega debería contar con una nueva protagonista como Isabella Leong, sólo con Isabella Leong.

lunes, 4 de agosto de 2008

ELEFANTES EN LA PARED

"Elefantes en la Pared" es el título de una serie de cartas que nacen en el corazón de una madre que todavía no conoce a su hijo, en una larga espera que se torna un embarazo de elefanta.
En un principio, pensé que, al contener importante información sobre el proceso de adopción, estas cartas podrían ser editadas y divulgadas, con la finalidad de ayudar a otras madres en la misma situación.
Finalmente, he llegado a la conclusión de que, al ser éstas un conjunto de sentimientos personales e intransferibles, deberán llegar en su estado original a su verdadero y único destinatario, quien, algún día, sabrá qué hacer con ellas.
No obstante, y con la finalidad de ser útil a otras parejas (qué no hubiéramos dado nosotros por una ayuda así), proporcionaremos toda la información con la que contamos en los lugares especializados, al final de nuestra aventura en el Nuevo Mundo.